Una circunstancia así no se producía desde 1993, y como resultado se vio una Luna un 30% más brillante y un 14% más grande. Aunque, debido a que la distancia media que nos separa de ella es de 384.400 kilómetros, el acercamiento de anoche fue más un efecto óptico que una realidad apreciable a simple vista. Según la NASA, se acercó “solamente” 26.323 kilómetros, pero gracias a ello la luna se ve como a través de una gran lupa.
Si bien el pasado sábado se pudo disfrutar de la Luna más grande en casi dos décadas, el próximo 11 de octubre se podrá observar el efecto contrario. El satélite estará en su punto más lejano, y aparecerá un 12,3 % más pequeño.
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